EL MUNDO ES ANCHO Y AJENO (CIRO ALEGRÍA)
Sinopsis: "Desgracia" es la primera palabra que aparece en la obra y es pronunciada por Rosendo Maquí —el anciano alcalde de la comunidad de Rumí, que no sólo es el símbolo de su raza, sino también de su tierra, del medio donde ha transcurrido toda su vida— mientras busca con desesperación una culebra que se ha atravesado en su camino presagiando, "como una negra flecha disparada por la fatalidad", el trágico destino del pueblo.
Así, la primera desgracia cae directamente sobre la vida del viejo Rosendo cuando su esposa Pascuala, quien en sueños había visto cómo su padre, muerto hacía muchos años, venía a buscarla, deja de existir.
Un nuevo indicio de fatalidad se hace presente cuando los terratenientes, encabezados por el hacendado Amenábar, pactan una alianza con el poder civil para apoderarse de las tierras de Ruini, el pequeño pueblo que constituye el núcleo de la novela y donde viven aproximadamente quinientos campesinos, propietarios en común de fértiles tierras, entre quienes siempre ha existido una convivencia armónica.
Las estaciones marcan el ritmo de su vida, se reverencia a la madre tierra; la siembra y la cosecha son motivo de ceremonias religiosas, se trabaja en forma colectiva y se comparten fiestas. La alegría preside cada jornada y los comuneros son felices hasta que la fuerza de los hacendados empieza a hostilizarlos.
Un día, Rosendo Maqui recibe la visita de Amenábar, quien le recuerda el conflicto de límites entre la hacienda de su propiedad y los terrenos comunales. Los habitantes de Rumi comienzan a organizarse y lo primero que hacen es recorrer a caballo el perímetro de sus posesiones, revisando los mojones que señalan los límites divisorios entre las tierras comunales y las de Amenábar, terrateniente de Umay. Luego, nombran una comitiva que se dirige a la capital de la provincia para entrevistarse con Bismarck Ruiz, un leguleyo que se ofrece para litigar los asuntos de los campesinos y representarlos ante las autoridades judiciales. Las primeras gestiones son favorables a los comuneros. Todos piensan que se les hará justicia y lo celebran con música y bailes en Rumi; solamente Nasha Suro, la bruja del pueblo, se manifiesta muy preocupada porque advierte negros presagios para la comunidad. Ella es dueña de fórmulas mágicas y recursos secretos que usa para tratar de neutralizar las artimañas del hacendado y los jueces; pero, a pesar de su enorme caudal de hechizos, sus propósitos fallan y, perdida su reputación de hechicera, un día desaparece de Rumi (algunos dicen que se convirtió en vaca).
Durante los días próximos al despojo, se une a los comuneros el Fiero Vásquez, un bandolero de cara repelente y picada de viruelas. Este personaje llega a conocer, y por lo tanto informa al alcalde Rosendo Maquí, las intrigas de Amenábar en relación con el juicio; pero "el rojo del horizonte al atardecer presagia sangre; y el vuelo del cóndor cruzando por el cielo, en el momento cuando los campesinos deliberan, despierta temor porque anuncia desgracia".
Las ofrendas y la magia propiciatoria de los indígenas fracasan y el despojo de las tierras de la comunidad es perpetrado por Amenábar, al amparo de la ley, mediante sucias maniobras. El terrateniente también recurre a las armas para imponer su voluntad. El gobierno teme su influencia, la Iglesia se conforma con pedir fe y resignación a los comuneros. Los indígenas no pueden sino aceptar el fallo de las autoridades y, para no ser víctimas de la esclavitud, muchos campesinos emigran. Unos se van a trabajar a las minas, otros parten como braceros a las plantaciones de coca y caucho, y los menos llegan a la ciudad, pero todos sufren grandes injusticias y diversos tipos de explotación. La mayoría de ellos se concentra en Yanañahui, lugar de clima inhóspito, tierras pobres, montañosas y llenas de pedregales.
Rosendo Maqui es encarcelado por oponerse al despojo, junto con el Fiero Vásquez, quien se había identificado con la causa de Rumi, hasta el punto de atacar con sus hombres la hacienda de Amenábar, el todopoderoso de Umay.
En la cárcel, el Fiero trata de convencer al viejo Rosendo para fugarse juntos de la prisión. El viejo indio no acepta y al poco tiempo muere a consecuencia de los golpes que le propinan los carceleros. En cuanto al Fiero Vásquez, tiene un final misterioso y solitario.
Un narrador omnimisciente nos muestra la vida de los despojados, quienes ahora habitan en las alturas de Yanañahui, y nos relata el regreso de Benito Castro, un exiliado que había ido a trabajar a la costa, donde aprendió lo que son las huelgas y los derechos del hombre.
A la llegada de Benito, el nuevo alcalde indígena le cuenta todo lo relacionado con la lucha de los campesinos de Rumi por defender sus posesiones, lucha que aún no termina; además, le informa de las nuevas amenazas de Amenábar, que ahora pretende despojarlos también de las tierras de Yanañahui.
Se entabla un nuevo juicio y esta vez la Suprema Corte falla a favor de la comunidad. Las esperanzas renacen y los indígenas creen poder alcanzar el antiguo bienestar que tenían en Rumi.
Pero los poderosos hacendados presentan una apelación y la Suprema Corte de justicia da la razón al terrateniente, en contra de la comunidad. La cólera indígena estalla violentamente. La asamblea de campesinos acuerda resistir. Benito Castro instiga a sus compañeros a que se levanten en armas.
Mientras tanto, en Umay se concentran caporales y guardias civiles para atacar Yanañahui. Al, amanecer, hombres a caballo empiezan a subir por la falda del Rumi. La represión es brutal. Se escucha el estruendo de la fusilería y los campesinos comienzan a caer. La sangre de los indígenas moja su propia tierra, injustamente arrebatada por el poder de las armas.
A pesar de ciertos ribetes populistas, uno de los mayores méritos de esta novela es ser una de las primeras obras narrativas latinoamericanas en la que el mundo indígena se describe en su realidad, por encima de complacencias folklóricas o estilizantes.
Su estructura es lineal y, no obstante que aparecen muchas historias, cuentos y leyendas incidentales, como la vida del Fiero Vásquez, las peripecias de Benito Castro durante su exilio, el cuento del zorro y el conejo, y otros más que cortan o interrumpen momentáneamente la secuencia de la narración para aclarar o enriquecer nuevos detalles, finalmente todas las historias se integran al núcleo central de la novela.
Escrita en 1941, nos presenta a lo largo del relato un desfile de personajes muy bien caracterizados, fiestas tradicionales indígenas, temores, ritos y creencias ancestrales, paisajes llenos de belleza y significado, diálogos realistas. Todo ello y la admirable fuerza expresiva de la obra se han impuesto desde su publicación en 1941.
Así, la primera desgracia cae directamente sobre la vida del viejo Rosendo cuando su esposa Pascuala, quien en sueños había visto cómo su padre, muerto hacía muchos años, venía a buscarla, deja de existir.
Un nuevo indicio de fatalidad se hace presente cuando los terratenientes, encabezados por el hacendado Amenábar, pactan una alianza con el poder civil para apoderarse de las tierras de Ruini, el pequeño pueblo que constituye el núcleo de la novela y donde viven aproximadamente quinientos campesinos, propietarios en común de fértiles tierras, entre quienes siempre ha existido una convivencia armónica.
Las estaciones marcan el ritmo de su vida, se reverencia a la madre tierra; la siembra y la cosecha son motivo de ceremonias religiosas, se trabaja en forma colectiva y se comparten fiestas. La alegría preside cada jornada y los comuneros son felices hasta que la fuerza de los hacendados empieza a hostilizarlos.
Un día, Rosendo Maqui recibe la visita de Amenábar, quien le recuerda el conflicto de límites entre la hacienda de su propiedad y los terrenos comunales. Los habitantes de Rumi comienzan a organizarse y lo primero que hacen es recorrer a caballo el perímetro de sus posesiones, revisando los mojones que señalan los límites divisorios entre las tierras comunales y las de Amenábar, terrateniente de Umay. Luego, nombran una comitiva que se dirige a la capital de la provincia para entrevistarse con Bismarck Ruiz, un leguleyo que se ofrece para litigar los asuntos de los campesinos y representarlos ante las autoridades judiciales. Las primeras gestiones son favorables a los comuneros. Todos piensan que se les hará justicia y lo celebran con música y bailes en Rumi; solamente Nasha Suro, la bruja del pueblo, se manifiesta muy preocupada porque advierte negros presagios para la comunidad. Ella es dueña de fórmulas mágicas y recursos secretos que usa para tratar de neutralizar las artimañas del hacendado y los jueces; pero, a pesar de su enorme caudal de hechizos, sus propósitos fallan y, perdida su reputación de hechicera, un día desaparece de Rumi (algunos dicen que se convirtió en vaca).
Durante los días próximos al despojo, se une a los comuneros el Fiero Vásquez, un bandolero de cara repelente y picada de viruelas. Este personaje llega a conocer, y por lo tanto informa al alcalde Rosendo Maquí, las intrigas de Amenábar en relación con el juicio; pero "el rojo del horizonte al atardecer presagia sangre; y el vuelo del cóndor cruzando por el cielo, en el momento cuando los campesinos deliberan, despierta temor porque anuncia desgracia".
Las ofrendas y la magia propiciatoria de los indígenas fracasan y el despojo de las tierras de la comunidad es perpetrado por Amenábar, al amparo de la ley, mediante sucias maniobras. El terrateniente también recurre a las armas para imponer su voluntad. El gobierno teme su influencia, la Iglesia se conforma con pedir fe y resignación a los comuneros. Los indígenas no pueden sino aceptar el fallo de las autoridades y, para no ser víctimas de la esclavitud, muchos campesinos emigran. Unos se van a trabajar a las minas, otros parten como braceros a las plantaciones de coca y caucho, y los menos llegan a la ciudad, pero todos sufren grandes injusticias y diversos tipos de explotación. La mayoría de ellos se concentra en Yanañahui, lugar de clima inhóspito, tierras pobres, montañosas y llenas de pedregales.
Rosendo Maqui es encarcelado por oponerse al despojo, junto con el Fiero Vásquez, quien se había identificado con la causa de Rumi, hasta el punto de atacar con sus hombres la hacienda de Amenábar, el todopoderoso de Umay.
En la cárcel, el Fiero trata de convencer al viejo Rosendo para fugarse juntos de la prisión. El viejo indio no acepta y al poco tiempo muere a consecuencia de los golpes que le propinan los carceleros. En cuanto al Fiero Vásquez, tiene un final misterioso y solitario.
Un narrador omnimisciente nos muestra la vida de los despojados, quienes ahora habitan en las alturas de Yanañahui, y nos relata el regreso de Benito Castro, un exiliado que había ido a trabajar a la costa, donde aprendió lo que son las huelgas y los derechos del hombre.
A la llegada de Benito, el nuevo alcalde indígena le cuenta todo lo relacionado con la lucha de los campesinos de Rumi por defender sus posesiones, lucha que aún no termina; además, le informa de las nuevas amenazas de Amenábar, que ahora pretende despojarlos también de las tierras de Yanañahui.
Se entabla un nuevo juicio y esta vez la Suprema Corte falla a favor de la comunidad. Las esperanzas renacen y los indígenas creen poder alcanzar el antiguo bienestar que tenían en Rumi.
Pero los poderosos hacendados presentan una apelación y la Suprema Corte de justicia da la razón al terrateniente, en contra de la comunidad. La cólera indígena estalla violentamente. La asamblea de campesinos acuerda resistir. Benito Castro instiga a sus compañeros a que se levanten en armas.
Mientras tanto, en Umay se concentran caporales y guardias civiles para atacar Yanañahui. Al, amanecer, hombres a caballo empiezan a subir por la falda del Rumi. La represión es brutal. Se escucha el estruendo de la fusilería y los campesinos comienzan a caer. La sangre de los indígenas moja su propia tierra, injustamente arrebatada por el poder de las armas.
A pesar de ciertos ribetes populistas, uno de los mayores méritos de esta novela es ser una de las primeras obras narrativas latinoamericanas en la que el mundo indígena se describe en su realidad, por encima de complacencias folklóricas o estilizantes.
Su estructura es lineal y, no obstante que aparecen muchas historias, cuentos y leyendas incidentales, como la vida del Fiero Vásquez, las peripecias de Benito Castro durante su exilio, el cuento del zorro y el conejo, y otros más que cortan o interrumpen momentáneamente la secuencia de la narración para aclarar o enriquecer nuevos detalles, finalmente todas las historias se integran al núcleo central de la novela.
Escrita en 1941, nos presenta a lo largo del relato un desfile de personajes muy bien caracterizados, fiestas tradicionales indígenas, temores, ritos y creencias ancestrales, paisajes llenos de belleza y significado, diálogos realistas. Todo ello y la admirable fuerza expresiva de la obra se han impuesto desde su publicación en 1941.
No hay comentarios:
Publicar un comentario